viernes, 26 de febrero de 2021

De nalgas y metralla

 

En el primer bombardeo de Valencia durante la Guerra Civil mi abuela perdió un hijo del que estaba embarazada. Mi abuelo trabajaba en astilleros, objetivo militar estratégico por motivos obvios, y cuando mi abuela se enteró de que justo ahí estaban cayendo las bombas que oía a lo lejos, abortó del susto.

A este bombardeo le siguieron otros muchos, durante meses. En los últimos, cuando las sirenas antiaéreas sorprendían a mi abuela preparando la comida, dejaba el puchero a mitad y bajaba al refugio quejándose airadamente de que le estaban interrumpiendo la cocción de las alubias. Los bombardeos se habían convertido en un simple e inoportuno estorbo cotidiano.

Hablando esto con un amigo me contó que su abuelo perdió el culo, literalmente, por salir a ver los bombardeos en lugar de refugiarse. Cuando sonaban las sirenas él y sus amigos subían a una terraza y se tumbaban a ver los aviones pasar tirando bombas, como si la cosa no fuera con ellos. En una de esas, un proyectil cayó demasiado cerca y un trozo de metralla le voló una nalga. Suerte que estaba tumbado bocabajo y no bocarriba, si no probablemente no habría tenido descendencia.

La percepción del miedo es irracional y subjetiva. Todos tenemos pánico a un posible atentado terrorista o un accidente aéreo siendo las probabilidades estadísticamente ínfimas y, sin embargo, vemos lejanas enfermedades como el cáncer, que sufrirá uno de cada tres de nosotros a lo largo de su vida. Y lo mismo con el Covid; muchos de los que hace un año desinfectaban la compra de Mercadona al llegar a casa se apuntarían ahora a una orgía belga llena de eurodiputados. Es evidente que pese a todo lo que hemos visto y vivido, o quizá precisamente por eso, le hemos perdido aquel respeto inicial al virus.

Decía Jean Paul que los cobardes tienen miedo durante el peligro y los valientes después. Ya que queda poco, seamos valientes teniendo cuidado. Yo al menos prefiero conservar el culo entero y sin metralla.

1 comentario:

  1. Me encanta la historia de tu abuela y las alubias, y lo que has sacado de ahí. Muy bonito 😊

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