miércoles, 9 de noviembre de 2016

Trump


Tiene gracia que en España se hable de la posibilidad de que Donald Trump gane las elecciones estadounidenses como si se tratara la llegada del apocalipsis, teniendo aquí a un idiota como Mariano Rajoy de presidente. No somos los más adecuados para escandalizarnos de ninguna candidatura. Y aceptando que la futurible victoria de Trump no será el fin del mundo, o al menos no de forma muy diferente al armagedón que pueda provocar la criminal Killary Clinton, sería interesante aprovechar la ocasión para analizar su base social. Si lo hacemos con cierta actitud crítica y evitando caer en la falacia de la caricatura del votante medio yanqui, no es difícil llegar a la conclusión de que el voto a Trump tiene mucho más de nihilista que de fundamentalista. En gran medida es un “ya que estoy jodido, a la mierda todo”. Trump ha convencido a gran parte de la clase trabajadora, entre otras cosas adelantando por la izquierda al discurso progresista predominante. Entre soflamas racistas y delirios megalómanos, ha introducido conceptos antiimperialistas (“Trump achaca el caos en Irak, Libia y Egipto a la política estadounidense”), liberales (“Thank you to the LGBT community! I will fight for you while Hillary brings in more people that will threaten your freedoms and beliefs”), “antisistema” -entiéndase lo de antisistema muy entrecomillado- (“Trump afirma que su gobierno marcará el fin del establishment corrupto de Washington”), antiglobalización y proteccionistas (“Trump promete impedir que las empresas se lleven el trabajo"), y al fin y al cabo, algunas verdades incontestables (“Hillary's wars in the Middle East have unleashed destruction, terrorism and ISIS across the world”). 

Está claro que este supuesto rupturismo no es más que política reaccionaria ultraconservadora -relativamente- maquillada. Pero funciona muy bien entre un electorado huérfano de cualquier opción realmente revolucionaria. Ya lo vimos anteriormente en Francia con Le Pen y en UK con el Brexit. Como dijo Lenin, “el fascismo es capitalismo en decadencia”, y no hay mejor ejemplo de capitalismo decadente que EEUU.

miércoles, 29 de junio de 2016

Nueve reflexiones sobre el 26-J



Desde el domingo por la noche tengo la sensación estar viviendo una horrible resaca de alcohol de garrafón, de las que no se van ni con dos ibuprofenos y que duran hasta el martes. De esas en las que de vez en cuando van apareciendo en tu mente flashes de algún recuerdo casi perdido de la noche de juerga. Pero esta resaca, la electoral, va a durar 4 años, no tiene sentido acurrucarse en la cama y lamentarse. Cuanto antes vayamos levantándonos, duchándonos con agua bien fría y espabilando, mejor. Eso sí, antes hay que sacar conclusiones para no volver a tropezar con las mismas piedras y para verse venir otras tantas. Ahí van las mías, totalmente subjetivas y personales:
 
1- La estrategia del miedo ha funcionado. Cuánto nos hemos reído en Twitter y entre colegas con las gilipolleces de la caverna mediática sobre Unidos Podemos y Venezuela, ETA, Corea del Norte, etc. Pero la realidad es que la idea ha calado y no precisamente entre el electorado inculto. El temor a un gobierno “bolivariano” era real, por muy delirante que nos parezca. Y este punto se lo pueden anotar PP, PSOE y C’s. Gol para ellos.

 
2- Pablo Iglesias genera mucho rechazo, incluso entre simpatizantes políticos. Su imagen está quemada, agotada, al menos en primera línea y esto no se resolverá con catálogos de IKEA. Si quieren superar lo que hoy parece su techo electoral deberán presentarse con otro candidato mejor valorado. ¿Garzón? ¿Errejón?

 
3- Dejemos la gilipollez del fraude electoral: no ha habido pucherazo. Esta conspiranoia no merece ni una línea más.

 
4- A mí se me hizo cuesta arriba votar a UP, lo reconozco. Como simpatizante de IU voté en su día a favor de la confluencia, pero llegado el momento me tiró un poco atrás no votar a un candidato de IU (ni para el Senado, ni para el Congreso). Los momentos de Pablo Iglesias dorándole la píldora a ZP, los discursos sobre “la patria” y la cara del JEMAD en los carteles electorales tampoco ayudaron mucho. Pero vamos, aquello fue una sensación totalmente personal, no creo que el agujero de un millón de votos de la confluencia vaya por ahí.

 
5- Basta ya con la fascistada de echarle la culpa a los mayores. Es verdad que el voto conservador se concentra en la última franja de edad, pero habrá que contar con eso y solucionarlo. Proponer el voto censitario o limitado hasta cierta edad es más de derechas que la acera de los pares. Varias de las cuestiones que es obvio no se supieron hacer llegar a los más mayores son: ¿saben quiénes han sido y serán los más afectados por los recortes en Sanidad del gobierno del PP? ¿son conscientes de que el PP se ha pulido la mitad de la hucha de las pensiones en cuatro años? ¿están al tanto de lo que ocurrirá cuando acaben con la otra mitad?

 
6- Unidos Podemos ha conseguido el voto joven, universitario, progresista y comprometido. Perfecto, esto lo han clavado pero ¿y el voto del currito? Esa es la verdadera clave. Hay mucha, muchísima gente de clase trabajadora en España que vota a la derecha. No voy a soltar ahora el discurso de la conciencia de clase, os lo ahorro. Simplemente quiero subrayar que es obligación nuestra recuperar con urgencia a ese votante. Están eligiendo a ladrones para que les gobiernen (y no subestimemos al electorado, todos no son idiotas) porque tienen el convencimiento de que es “lo menos malo” que puede ocurrir, que peor aún sería la alternativa. Cambiar eso está en nuestra mano.

 
7- El actual PSOE está en la otra trinchera. Basta con ver cómo celebraron su resultado electoral, el peor de su historia, sólo porque superaron a Unidos Podemos. Véase también cómo centraron su campaña en atacar a su izquierda, en lugar de hacer frente a su -teórico- enemigo: el gobierno del PP. Tenderles la mano -y plantear toda la campaña en esa línea- fue un error garrafal.

 
8- Tenían razón los independentistas que tachaban de utópico un referéndum pactado con el estado. El electorado español no está lo suficientemente maduro democráticamente como para plantear siquiera la opción. Y aunque esto ocurriera, está claro que no va a venir de la mano de un gobierno del PP, así que como mínimo habrá que esperar cuatro años más. En 2020 se va a querer independizar hasta Murcia.

 
9- Seamos positivos. Cierto es que no se ha conseguido el objetivo de derribar al PP y formar un gobierno de izquierdas, pero también es verdad que 71 escaños hace dos años eran impensables. Por otra parte, una legislatura del PP en minoría con una crisis económica inminente puede ser una oportunidad para reorganizarnos y rearmarnos ideológicamente.

 
Dicho esto, a resistir. Y no perdamos nunca la sonrisa.
Salud y República.

jueves, 16 de junio de 2016

Nos hundimos XXVII

Recopilación de photoshops made in els quare gats:  
 
"Mariano Rajoy se niega a quitarse las gafas de realidad virtual"

Rajoy revive en Realidad Virtual su elección como presidente del Partido Popular
  




¡Empieza la campaña!





-¡Perci, di tu frase!

"Así son el logo y el lema de Unidos Podemos para la campaña electoral"



"Cómo se come bien una 'cassata', la forma de comer helado de Rajoy revoluciona las redes"
 


Y mientras tanto PDR...




viernes, 10 de junio de 2016

Por qué quiero que Donald Trump gane las elecciones estadounidenses





No, no me he vuelto loco. Me repugna Donald Trump, su ideología y todo lo que él representa, pero considero que puede resultar positivo para el resto del mundo, y en concreto para Europa, que Donald Trump sea el próximo presidente de los EEUU. He aquí los motivos:
  • Política internacional. EEUU ha auspiciado, financiado y/o intervenido directamente en todos los conflictos bélicos del último siglo. Absolutamente en todos. Obviamente ha participado en golpes de estado, (saliéndome del tema, hay un hecho muy poco conocido y campechanamente revelador sobre el 23-F: las bases norteamericanas ubicadas en España activaron la alerta máxima ese mismo día a las 8:00 AM, diez horas antes de la asonada de Tejero), deposiciones de primeros ministros, caídas de gobierno, “primaveras” árabes, etc. La política exterior de EEUU nos afecta directamente, ¿y qué es mejor para intentar frenar el insaciable imperialismo yanqui: enfrentarse a un Nobel de la Paz o a un fascista reconocido? ¿Un lobo con piel de cordero o un lobo enseñando los colmillos? El gobierno Obama ha armado al Estado Islámico, ha bombardeado siete países y a día de hoy incluso mantiene en funcionamiento la cárcel ilegal de Guantánamo -que prometió cerrar en sus dos campañas presidenciales-. Partido Demócrata y Partido Republicano son exactamente el mismo perro con distinto collar. Nuestro PPSOE, vamos.
  • TTIP. Aunque los medios prácticamente no hablen de ello y haya quedado fuera del debate político en campaña, los peligros de la firma del TTIP se ciernen sobre los trabajadores europeos. En España PP, PSOE y C’s lo apoyan -lo que ya es una señal inequívoca de lo perjudicial que resultaría para nosotros- pero en el Europarlamento cuenta con una fuerte oposición, sobre todo por parte de Francia. Un demonizado Donald Trump es la mejor baza para tumbar definitivamente este infame tratado.
  • Izquierda estadounidense. Parlamentariamente inexistente, la izquierda norteamericana está derrotada. Décadas de caza de brujas, persecución y propaganda incesante han arrasado los pocos resquicios de lucha obrera en el país del dólar.  Las consecuencias de esto son demoledoras: 47 millones de pobres, 72 muertos diarios por no disponer de seguro médico, 50 millones de ciudadanos sin derecho a asistencia sanitaria, derechos laborales prácticamente inexistentes (ni siquiera tienen baja por maternidad remunerada), tasa de mortalidad infantil desorbitada y un largo etcétera de miserias del “sueño americano”. Esto sólo se resolverá desde dentro, y al igual que ocurre en política exterior, mejor enfrentarse a un enemigo visible que a un falso aliado.

Dicho esto, tengo el convencimiento de que Hillary Clinton será la próxima presidenta de los EEUU. La idea progre de una mujer en la Casa Blanca vende muy bien (aunque en sí mismo no signifique absolutamente nada, véase la perversa Margaret Thatcher en Reino Unido) y ella precisamente va a ser la beneficiada de tener un monstruo en frente. Pero no quepa duda de que ella es otro engendro igual de diabólico, y si no recuérdese la entrevista en la que se regodea de haber arrasado Libia, el país con el mejor nivel de vida del norte de África hasta que llegaron ellos, y haber matado a Gadafi. “We came, we saw… he died”, afirmó entre carcajadas.