lunes, 20 de septiembre de 2021

Mi extraterrestre

De repente me mira fijamente con sus ojitos color canela, se queda un instante pensativo y me pregunta: “¿quieres una chuche?”. Así rompe mi hijo el silencio cuando vamos andando juntos por la calle. Cual Rick ofreciéndole un cigarro al inspector Renault entre la niebla de Casablanca mientras la avioneta con Victor Laszlo vuela hacia el Mundo Libre. Acto seguido saca de algún bolsillo una nube, un tiburón, una araña, o cualquier golosina hiperazucarada y me la entrega con gesto de complicidad. 

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Tiene ahora 10 años, edad suficiente como para que le dé vergüenza cogerme de la mano en público tal y como hacía ayer. Quien dice ayer, dice hace cinco años, pero a mí me lo parece. Sin embargo, aún es demasiado pequeño para alejarse, así que opta por una solución intermedia: me agarra del antebrazo como un señor mayor a su señora esposa. Aprovecha para descargar peso y dejarse llevar un poco. Con sus 35kg ya es un lastre considerable pero, siendo yo totalmente consciente de que en dos o tres años esto se acabará y andará dos metros por delante de mí sin dirigirme la palabra, asumo el alargamiento de brazo sin quejarme.

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Me encanta preguntarle en qué piensa cuando lo veo callado. Su inocencia es tan pura que estoy convencido de que es sincero y me responde la verdad. “En Fortnite”. “En la profe”. “En Spiderman”, me dijo ayer. Estar absorto simplemente pensando en Spiderman. Me parece maravilloso.

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Desde que empezó a hablar, anoto sus respuestas más ocurrentes en un cuaderno. Repasando notas, me quedo con este diálogo del año pasado:

    — Papá, ¿tú qué quieres ser de mayor?
    — Pero si ya soy mayor.
    — No, no, cuando seas muy mayor, con 70 años.
    — Uhm, vale: quiero ser el padre de un hijo feliz.
    — Pues eso ya lo tienes. Y mamá también.

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Decía Francisco Umbral que hablar con un niño 
es lo más cerca que puedes estar en la vida de comunicarte con un extraterrestre. Por otra parte, dice Manuel Jabois que él evita a toda costa escribir sobre su propio hijo porque sabe que los padres nos ponemos muy pesados con el tema y estos textos finalmente son un coñazo. Estoy totalmente de acuerdo con ambos, faltaría más.

martes, 7 de septiembre de 2021

Así no, Disney

 

 
El pasado fin de semana, huyendo de las Fallas más atípicas de la historia -pero igual de molestas-, fui al cine con mi hijo a ver una película con nombre de cocktail tropical: “Jungle Cruise”. Se trata de una superproducción de aventuras, batiburrillo de clásicos del género como “Indiana Jones”, “Tras el corazón verde” y “Cocodrilo Dundee” que, contra todo pronóstico, disfruté y disfrutamos. Poco más de dos horas de acción, efectos especiales y algunas píldoras de humor que no se hacen excesivamente largas. No obstante, aparte de lo entretenida que pueda ser, he venido aquí a rajar de Disney por su torpeza tratando la homosexualidad por primera vez explícita de uno de sus personajes. Es, en resumen, un TODO MAL. [Atención, spoilers] Para empezar, el personaje encarnado por Jack Whitehall, que efectivamente sale del armario en pantalla dejando claro en una conversación con el protagonista, Dwayne Johnson, que no le gustan las mujeres (eso sí, sin pronunciar expresamente las palabras prohibidas “gay”, ni “homosexual”) es, para variar, amanerado, delicado, torpe y, como se señala en uno de los diálogos, pánfilo. Por si no fuera suficiente con aglutinar todos los rasgos negativos tradicionalmente asociados al género femenino, sus intervenciones en la película se reducen básicamente a protagonizar algunos gags de humor. Excepto, eso sí, al final cuando, en lo que parece un intento por parte de Disney de masculinizar su papel, noquea de un puñetazo a uno de los malos.

Como remate, el guion incluye un par de bromas / juegos de palabras propios del mismísimo Arévalo. En una escena el personaje gay le brinda ayuda al musculoso prota ofreciéndole “un palo para morder” *guiño *guiño, lo que este rechaza rotundamente con gesto muy asustado (ja ja, qué chispa). A continuación, le sugiere “sujetarle por detrás” *codazo *codazo, a lo que Johnson se opone también con cara de mucho miedo (un no parar de reír).

En fin, señoros de Disney: así no. Aprended de los clásicos, hace 2.700 años ya escribieron sobre el primer personaje no heterosexual, Aquiles, con elegancia y sin necesidad de parodiarlo, ni ridiculizarlo. Claro que Homero pasó a la Historia y vosotros no pasaréis de hacer blockbusters de verano.