viernes, 16 de abril de 2021

De mi abuelo, el Challenger y el timo de Wallapop

 


Recuerdo con -relativa- nitidez el día que murió mi abuelo. Estaba yo jugando en el salón de mi casa mientras en el televisor se repetían en bucle las imágenes del accidente de un transbordador espacial con tripulación a bordo (el Challenger). Mi madre volvió del hospital y, con los rojos enrojecidos, me dio la noticia del fallecimiento de su padre. Lo primero que le pregunté fue que por qué eso no lo estaban contando en la tele y sin embargo hablaban sin parar de la explosión de un cohete. Mi madre me miró con una extraña sonrisa, detrás de la cual ahora entiendo estaría el pensamiento de que le había salido un hijo gilipollas. Dos contando a mi hermano.

Hay muchas formas de recordar a un ser querido, tantas como familias. La mía escogió contar poco de mi abuelo, pero usar con frecuencia sus frases (“como decía el yayo”). Tanto que yo sigo haciéndolo, hasta el punto de casi tener el improbable recuerdo de habérselas oído pronunciar a él personalmente. Sin ir más lejos, hoy he utilizado una de sus genuinas sentencias con un compañero que me contaba, entre sorprendido e indignado, la última novedad en el vetusto arte del fraude. Se trata de un timo que arrasa en Wallapop y que consiste en lo siguiente: un comprador se muestra interesado en un artículo que tienes en venta, te da el ok sin mucho marear (esto ya es sospechoso para cualquiera que haya utilizado estas apps) y acuerda realizarte el pago a través de bizum. La víctima -tú-, presa de la euforia, suele darle al botón de aceptar cuando le salta un mensaje en el móvil que cuadra con la cantidad pactada, sin reparar en que lo que ha recibido es una solicitud de dinero en lugar de un pago. Vamos, que el timador se lleva los 30€ que tú pedías por la sillita de bebé de tu hijo ya adolescente y tú te quedas con la sillita de bebé, tu hijo adolescente, 30€ menos y cara de idiota. Hay que reconocerles ingenio en la jugada. O, como diría mi abuelo: quant de treball per tal de no treballar.