viernes, 29 de octubre de 2021

De ídolos y donuts

No me escondo: mi primer ídolo caído de los altares fue Pedja Mijatovic, exjugador del Valencia CF -y sí, también del Real Madrid-. Soy consciente de que su actual aspecto de proxeneta ruso no invita a imaginarlo como un gran futbolista, pero millenials, creedme, verlo jugar era una auténtica delicia. 

Hace ahora 25 años, el montenegrino -me encantaba este palabro- decidió irse a cierto equipo que no voy a nombrar más veces, negociando a espaldas del club valenciano y mintiendo a la afición. 1.500 millones de las futuras pesetas, 9 millones de euros, tuvieron la culpa.

En aquella época yo era abonado de Mestalla. Cuando se hizo pública la “traición” (sí, así de dramáticos somos los valencianos), varios amigos y yo decidimos acudir a nuestra visita quincenal al estadio con una pancarta (AKA “sábana pintada con un spray”) en la que habíamos escrito: “PEDJA, ERES TAN POBRE QUE SÓLO TIENES DINERO”. Ser futboleros no nos libraba de ser unos intensitos. El poético lema tuvo bastante éxito e, incluso, fue mencionado en algún periódico al día siguiente. Logro aparecer en prensa sin cometer delitos -> desbloqueado.

Me vino a la mente esta anécdota cuando Isabel Díaz Ayuso, en una encendida defensa de su amigo personal Nacho Cano, le echó en cara a Mónica García que el cantante, con tan solo 25 años, ya poseía tres veces más patrimonio que ella, rojaza pobretona -eso no lo dijo, pero lo pensó-. La verdad es que pocas declaraciones de IDA sorprenden ya, pero este caso me llamó la atención lo revelador del mensaje. La derecha ya reconocía públicamente lo que siempre había mascullado en privado: vales lo que tienes.

Y volví a acordarme de todo esto anoche, cuando la exCM del perro de Esperanza Aguirre volvió a hacer de las suyas en Twitter criticando la ley propuesta por Alberto Garzón que, en última instancia, procura reducir el consumo de productos insanos por parte de nuestros niños. La derecha de nuevo se erigió en defensa de los intereses empresariales, esta vez del sector alimenticio. Poco importa que nuestras cifras de obesidad infantil sean ya comparables con las de México o EEUU. Business is business. Libertad y tal. Compartamos fotos rodeados de donuts, huevos Kinder y demás guarrería industrial.

Luego dan la matraca con la “superioridad moral de la izquierda”. Pero, ¿cómo no nos vamos a considerar por encima moralmente de esta gentuza cuyo único valor es el dinero?. Lo ponen demasiado fácil.