“Al final lo que yo veo en todo esto es que va a haber seis víctimas de toda esta situación, sean culpables ellos o sea culpable ella”
“Todos tenemos derecho a un NO y
ellos tienen esa oportunidad de decir que NO ante una provocación”.
Estos son dos ejemplos al azar de
afirmaciones vertidas por una tertuliana (Cristina Soria) respecto al
famoso caso de la Piara, digo, la Manada, en uno de esos programas de telebasura
que copan las parrillas televisivas de las mañanas. En tan solo dos frases
minimiza una violación grupal, culpabiliza a la propia víctima e insinúa que
todo fue producto de una provocación. Estos chavales tan majos abandonaron a una
chica de 18 años semidesnuda en un portal después de violarla entre cinco, y no
contentos con esto le robaron el móvil. Pero cuidado, ellos también son
víctimas, seamos escrupulosamente garantistas. Este tipo de declaraciones no
son excepción, sino norma, en los debates de todos los medios, de todas las
-supuestas- tendencias. Tampoco es raro que precisamente sea una mujer la que argumenta
estas barbaridades. Tenemos profundamente interiorizados el discurso y las
actitudes machistas. Lo hemos mamado desde la cuna y lo ponemos en práctica a
diario. Algunas mujeres también.
Y pese a estar más que
acostumbrados a esta respuesta generalizada, a todas luces intencionadamente
disuasoria para que otras mujeres tomen nota de lo que les puede pasar si
denuncian, sorprende cómo en este caso en particular el sistema patriarcal ha
mostrado sin complejos su cara más reaccionaria (no olvidemos que se ha llegado
a recriminar a la víctima el hecho de rehacer su vida poco después). Por el contrario,
muchas mujeres, hartas de que las violen y las maten se lo han tomado como gota
que colma el vaso y se están organizando en las calles para gritar “basta ya”,
y para decirle a la víctima que la creen. Que claro que la creen porque todas,
a lo largo de su vida, han sufrido situaciones de discriminación, acoso y/o
intimidación en mayor o menor medida.
Pronto el juicio quedará visto
para sentencia y, sea cual sea el veredicto y la -posible- condena, ya hay un
antes y un después del caso de la Manada. Se lo han dejado claro a la sociedad:
fuertes y unidas, la manada son ellas.
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