martes, 26 de abril de 2016

Uno de los nuestros


En los países normales los políticos corruptos -pillados- renuncian a su cargo, piden disculpas y desaparecen de escena por la puerta de atrás. Pero en España somos novatos en esto de las dimisiones, así que cometemos errores de principiantes. El pasado viernes el exministro Soria, dimitido de su cargo por su aparición en los papeles de Panamá -y por sus delirantes explicaciones dignas del mejor Ozores- fue despedido con una ovación en el comité del PP canario. No sólo eso, la cuenta oficial del partido en Twitter sacó pecho de este bochornoso momento, como si fuera motivo de orgullo:

@PPopular 22 abr. Hemos despedido a José Manuel Soria con mucho cariño y con mucho agradecimiento @mdcospedal

Personalmente eché en falta algo más épico. Puestos a hacer el gilipollas, se hace bien. No sé, mucho mejor todos subidos a las sillas y entonando uno por uno “Oh capitán, mi capitán”. O por qué no una exhibición de pancartas reivindicativas “No estamos todos, faltan los presos” o “PP presoak etxera”.

En fin. Qué lástima de partido mafioso. Dimiten porque se avecinan unas posibles elecciones y no les queda otra (en mucho peores se las han visto y no ha dimitido ni dios), no porque consideren que la evasión tributaria o la mentira sean merecedoras de tal gesto. Recordemos que son liberales: cuantos menos impuestos, mejor. Eludir a Hacienda no es más que un pecado venial, es casi un derecho. Quién no tiene un fardo de billetes de 500 debajo del colchón o una cuenta opaca en algún paraíso fiscal. Al fin y al cabo, no somos comunistas. Que quede claro: José Manuel Soria, pese a todo, sigue siendo uno di noi.

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