
El
15 de agosto de 1977 a las 23:16 el radiotelescopio Big Ear recibió una
señal de radio extraterrestre de origen desconocido. Duró 72 segundos y
alcanzó una intensidad 30 veces superior al ruido de fondo. Es por
tanto, y hasta la fecha, la única posible prueba -hecha pública- de vida
inteligente fuera de la Tierra. Queda descartado el azar en la emisión
originaria de la señal, o en la recepción de esta, y la única
explicación alternativa que se plantea es que se tratara de algún tipo
de interferencia, hipótesis que tampoco se ha podido demostrar. Es
conocida como la señal “WOW!” porque eso fue lo que anotó sobre los datos
el astrónomo que la descubrió. Hay que reconocer que un “Eureka” o una
buena frase a lo Neil Armstrong habría quedado mucho mejor que la
onomatopeya de un ladrido, pero nunca se sabe cómo te pilla el cuerpo en
una ocasión posiblemente histórica.
Es
sorprendente que tan poca gente, o desde luego no la mayoría, conozca
este hecho tan formidable. Cierto es que no se recibió ningún mensaje
descifrable -la señal se codificó como “6EQUJ5”- , y que una vez
descubierta buscaron en 50 ocasiones más en la misma dirección y no
encontraron absolutamente nada. No es por tanto la evidencia definitiva
de una civilización extraterrestre, pero pudiera ser un indicio. De esto
hace 38 años y los investigadores no han cejado ni un solo minuto en su
empeño por encontrar vida fuera de nuestro planeta, tanto con el
programa SETI (del que formó parte este descubrimiento) como con otros
muchos programas también a nivel global.
Mientras
tanto, en un universo paralelo llamado España, en el año 2015 el
gobierno acaba de publicar el contenido de la asignatura de Religión,
impartida como obligatoria en escuelas públicas (la opcional es Ética),
en el que consta como uno de los puntos troncales “aprender el origen
divino de la Humanidad y el Cosmos”. WOW.