Hará unos 10 años me presenté al casting del concurso de Antena 3 “Alta tensión”, aquel programa presentado por Constantino Romero de preguntas de culturilla general con paneles de bombillas que estallaban -virtualmente- cuando el concursante fallaba la respuesta. En la selección participamos unos 200 candidatos de los que hicieron criba con un examen que sólo superamos 10 o 15 aspirantes. Seguidamente realizamos la prueba de cámara, donde me fundieron en el minuto uno, sentándome en una silla delante del resto de candidatos y con una simple pregunta: “háblanos de ti”. “Eeeeh, esto…”. A la mierda. Ya es difícil hablar de uno mismo delante de gente de confianza como para hacerlo delante de aquellos tipos que no había visto en mi vida.
La cuestión: el test de cultura general debí hacerlo bien puesto que lo superé, pero recuerdo perfectamente la pregunta en la que dudé: “¿Quiénes son los autores de Asterix y Obélix?”. Mira que había leído de pequeño los comics de Uderzo y Goscinny, pero en aquel momento me quedé en blanco. Ya no lo olvidaré.
Para ingresar en el colegio en el que estudié EGB tuve que superar un examen de lectoescritura con el que comprobaban los conocimientos básicos adquiridos en el parvulario. Recuerdo como si fuera ayer, y de esto hace ni más ni menos que 30 años, una duda que me surgió realizando la prueba y que resolví nada más salir preguntándoselo mi padre: ¿“avión” se escribe con b o con v?. Nunca más volvería a dudarlo.
Y así con decenas de ejemplos. No recuerdo lo que cené antes de ayer, pero recuerdo preguntas de exámenes de la facultad, del selectivo, del carnet de conducir e incluso del colegio. Las dudas se graban a fuego en nuestra memoria. De hecho es la duda lo que nos hace inteligentes; nada nos distinguiría de un ordenador si simplemente memorizáramos. Los humanos tenemos la capacidad y el privilegio de cuestionar, y por tanto, pensar.
Hoy me viene a la mente una entrevista realizada a Iñaki Gabilondo en la que le preguntaron su opinión sobre José María Aznar. “Aznar no duda nunca y la gente que no duda es muy peligrosa”, respondió. La historia le dio la razón.
La cuestión: el test de cultura general debí hacerlo bien puesto que lo superé, pero recuerdo perfectamente la pregunta en la que dudé: “¿Quiénes son los autores de Asterix y Obélix?”. Mira que había leído de pequeño los comics de Uderzo y Goscinny, pero en aquel momento me quedé en blanco. Ya no lo olvidaré.
Para ingresar en el colegio en el que estudié EGB tuve que superar un examen de lectoescritura con el que comprobaban los conocimientos básicos adquiridos en el parvulario. Recuerdo como si fuera ayer, y de esto hace ni más ni menos que 30 años, una duda que me surgió realizando la prueba y que resolví nada más salir preguntándoselo mi padre: ¿“avión” se escribe con b o con v?. Nunca más volvería a dudarlo.
Y así con decenas de ejemplos. No recuerdo lo que cené antes de ayer, pero recuerdo preguntas de exámenes de la facultad, del selectivo, del carnet de conducir e incluso del colegio. Las dudas se graban a fuego en nuestra memoria. De hecho es la duda lo que nos hace inteligentes; nada nos distinguiría de un ordenador si simplemente memorizáramos. Los humanos tenemos la capacidad y el privilegio de cuestionar, y por tanto, pensar.
Hoy me viene a la mente una entrevista realizada a Iñaki Gabilondo en la que le preguntaron su opinión sobre José María Aznar. “Aznar no duda nunca y la gente que no duda es muy peligrosa”, respondió. La historia le dio la razón.
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