Cuando el desahucio te llega a ti

“Todas las familias ricas se parecen, pero las pobres lo son cada una a su manera". Empezar parafraseando a Tolstoi puede parecer pretencioso. Y lo es :-). Pero no se me ocurre mejor introducción para contar la historia cercana de una quiebra económica. La de mi hermano, sin ir más lejos:

Mi hermano se quedó sin trabajo hará ya cuatro años. Posteriormente dejó de pagar la hipoteca y finalmente le desahuciaron. Su piso tenía un valor de mercado, aún en aquella época, superior al monto de la deuda pendiente con el banco. A pesar de esto, y paradójicamente, tras la ejecución hipotecaria aún le quedaron pendientes 25.000€. A esto hay que sumarle las costas del juicio que también, por supuesto, se acumularon en su debe. Sentencia final del juez: una deuda de 50.000€ y el piso para el banco. ¿Que tiene dos hijas pequeñas y es primera vivienda? Se siente.

Por si no fuera suficiente, inmediatamente después empezaron a cargarle los usureros intereses de demora (eso de que la usura es ilegal en España es más falso que la virginidad de una choni). Actualmente ya debe más de 100.000€. (El otro día, contándoselo a un amigo, boquiabierto me decía que no era posible. Os juro que es así. En poco más de un año ha duplicado su deuda).

Ahora mi caso, el del otro hermano. Yo me hipotequé a 40 años hace 6. Tenía 27 cuando me compré un piso a 20km de casa de mis padres y a 25 de mi lugar de trabajo. ¿Loco?. No. Lo que era una locura eran los precios en Valencia capital en aquella época (2007). De 35 millones para arriba (los precios de los pisos se dicen en pesetas, eso es así). Siempre he sido favorable al alquiler y a pesar de esto –erróneamente- me compré un piso. A parte de por imbécil, habían dos motivos muy razonados: 1- un alquiler por aquella época me suponía tan sólo 50/100€ menos al mes que una hipoteca. 2- toooooodo el mundo aseguraba que no iba a bajar jamás el precio de los pisos. Comprarme un piso, además de suponer mi emancipación, ¡era una inversión!. Un chollazo. La idea no era del todo mala si hubiesen seguido subiendo los precios. Pero no, empezaron a bajar en picado, justo ahí. Cuando veáis la gráfica en forma de campana de la burbuja inmobiliaria, si os fijáis bien, en el puntito del pico del momento álgido de los precios de los pisos se ve una foto mía firmando alegremente mi hipoteca a 40 años.

A CUARENTA. En aquel momento bromeaba diciendo que me jubilaría y aún me quedarían un par de años de hipoteca. Esto ya lo solucionó ZP, ahora finalizaré mi vida laboral y mi hipoteca a la vez, a los 67 años. Así no me lío.

En resumen, ¿cuál es la diferencia patrimonial entre mi hermano y yo? Pues en la práctica sólo una: que mi mujer y yo, por suerte, conservamos el trabajo. Por lo demás el banco me tiene cogido exactamente por el mismo sitio. Y el día que falle, apretarán, sin contemplaciones.