miércoles, 12 de septiembre de 2012

A la caza del cangrejo rojo


Tengo la enorme suerte de vivir y trabajar junto al mar. Es un privilegio ver por las noches el mar desde la ventana de mi dormitorio y olerlo cada mañana cuando me acerco al trabajo... Y tratándose de Valencia esto además me da una perspectiva aventajada de algunos detalles que probablemente se escapan a los que hacen vida menos marítima:

1.- El “Valencia F1 street circuit” es una puta ruina. A los que tropezábamos a diario con el descomunal despliegue de medios del montaje y desmontaje del circuito no hacía falta que nos presentaran las cuentas -tal y como efectivamente no hizo el PP -, ni ver gradas medio vacías para llegar a la conclusión de que esto simplemente era una máquina de quemar dinero a espuertas, muy al estilo fallero.

2.- No sabemos aprovechar el turismo. Día tras día veo a decenas de guiris procedentes de los megacruceros que atracan en la terminal deambulando como pollos sin cabeza por las áridas explanadas de los tinglados. Más de una vez me he encontrado a ofuscados alemanes intentando comprender el plano de rutas de autobuses de una parada provisional de la EMT, ya complejo para alguien local, indescifrable para un turista (sometidos además a un sol de justicia de 35-40º y sin sombra donde cobijarse en  estas paradas Merkelianamente austeras). Hay que señalar también, para el que no conozca la capital del Turia, que la forma más gráfica de describir la zona portuaria es decir que es el culo de la ciudad. Al contrario de otras ciudades que históricamente se han volcado al mar, para Valencia ésta ha sido una zona periférica. Y dicha dejadez se refleja en su estado, ahora ligeramente maquillado por la visita anual de Alonso y Ecclestone, pero al que se le notan a la legua esos dos dedos de cosméticos.

Si hay que explicar con una imagen la situación de los guiris al desembarcar (que por cierto disponen de poquísimas horas para dejar sus nórdicos euros en nuestras tiendas) yo la compararía con la estampa de los cangrejillos rojos que salen de sus huevos enterrados en la arena de la playa y van corriendo de lado (que no hacia atrás, por mucho que digan) desesperados hacia el mar, avanzando desorientados mientras cientos de gaviotas se los zampan alegremente.

Señores gobernantes, yo no digo que abran un canal para que el crucero atraque en el centro de la ciudad y tampoco que construyan un tren bala directo a la plaza del Ayuntamiento. Pero lo que no es de recibo es que el pasado lunes amaneciera en el muelle un barco alemán con 1.144 carteras ávidas de gastar y que algunos turistas llegaran a hacerse la foto en el Miguelete anocheciendo. Es necesario que a cada mega-crucero le espere una mega-flota de taxis y autobuses a la par, para que no pierdan ni un solo minuto del que será un provechoso tiempo en tiendas de muñecas andaluzas y banderitas de España.

1 comentario:

  1. En cuanto al dinero que se quema... no se quema, se reparte entre la gente adecuada, ¡¡no me seas anarquista!!

    Por lo demás... ¡¡¡Ole!!!

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