Pablo
Picasso se lamentaba en los años finales de su vida de la imposibilidad de
consultar una opinión crítica sobre su obra. Había alcanzado tal nivel de fama
y gloria que todo, absolutamente todo lo que hacía era calificado de
extraordinario. Era por tanto incapaz de discernir entre simples adulaciones y
opiniones sinceras. Incluso él se sabía humano y quería que alguien se lo
recordara de vez en cuando, bajándole de los altares de divinidad terrenal en
los que estaba instalado.
Hoy
tenemos a Esperanza Aguirre, una genialidad del mal. Toda una vida dedicada en
cuerpo y alma a alcanzar la excelencia de la perversidad. Es el Pablo Picasso
de lo odiable. No obstante cada declaración suya parece estudiada para superar
en bajeza moral a la anterior. Esta semana sorprendió con otra formidable
vileza al preguntarse públicamente si el franquismo había sido impuesto por la
fuerza a todos los españoles. Cuestionar algo así en el segundo país con más
muertos en fosas comunes del mundo (sólo por detrás de Camboya) es
sencillamente sublime. Inigualable.
No
tengo el gusto de conocer a la lideresa personalmente pero estoy seguro de
que le abordan las mismas dudas que al malagueño sobre las adulaciones de
sus acólitos. ”¿De verdad habré estado genial?”. En el caso de la madrileña, en
sus eventuales momentos de soledad en palacio: “¿habré sido lo suficientemente
ruin?”. Y la pregunta que más miedo, pánico, genera a todo genio: “¿algún día
desaparecerá mi talento?”.
Mi
respuesta no sería nada objetiva en ningún caso porque mi admiración por
Picasso alcanza incluso al nombre de este blog y mi desprecio por la lideresa
es profundo y sincero. Sólo sé que los genios, por serlo, poseen un talento
inagotable y lo exprimen hasta el mismo día de su muerte. Espe no será
diferente, solo que en este caso y en ese momento muchos brindaremos con champán.
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