Fue
Wagensberg quien dijo aquello de que una cebra no debe correr más que el león,
sino más que las otras cebras. Y esta afirmación, tan cruel como cierta, se
puede aplicar directamente al ámbito humano. Lo leemos en los libros de
historia y lo vemos cada día: no hace falta ser excepcional, basta simplemente
con que haya otros peores. Esto explica, por ejemplo, la nutrida selección de
inútiles que nos gobierna, a la vez que deja en muy mal lugar a los aún más
inútiles que se quedaron en el intento. También es aplicable, por ejemplo, a
los saltos masivos en nuestras fronteras, o las de Europa, según se mire, donde
300 inmigrantes pasan a la vez intentando multiplicar sus posibilidades de
éxito dividiendo las de los agentes. No hace falta correr más que todos los
Guardias Civiles, sino más que el resto de infelices capturados que te
acompañaban en tu desesperada huída de la miseria. Y tener mucha suerte claro.
Suerte que no tuvieron los 15 que fallecieron la semana pasada, pero sí los 150
que consiguieron pasar ayer. Quizá la diferencia es que el león hace una semana
estaba despierto y hambriento (o eso se deduce de los vídeos en los que
aparecen miembros de la benemérita gritando “VAMOS CABRONES” mientras disparan
al agua) y ayer, simplemente, dormía.
La cuestión es si en la Europa del siglo XXI vamos a empezar a comportarnos como seres humanos o seguimos haciéndolo como bestias.
La cuestión es si en la Europa del siglo XXI vamos a empezar a comportarnos como seres humanos o seguimos haciéndolo como bestias.
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