“Arrollamientos”.
Así se refieren en RENFE a los atropellos de personas en las vías. Me lo contó
recientemente un amigo que trabaja en una estación de un pueblo de Catalunya.
Curiosamente son mucho más frecuentes de lo que pensamos, o al menos de lo que
yo creía. Lo normal en su línea son uno o dos arrollamientos por semana, aunque
él ha llegado a ver hasta tres en una tarde. Hablamos tanto de caídas
accidentales como de intentos de suicidio y quizá por eso estas cifras no sean
muy conocidas. Los medios procuran no difundir datos sobre los suicidios por
temor al efecto contagio. No obstante todos sabemos que su número se ha
incrementado con la crisis. Y el de arrollamientos según me contó también.
Normalmente no trascienden las historias que hay detrás de estas cifras, pero casualmente él conoció la de dos arrollamientos que habían sucedido la misma semana que me lo contaba: un hombre de mediana edad se quitó la vida tirándose a la vía después de haber sido desahuciado. El desahucio precisamente era consecuencia de avalar a su hijo, que también había perdido la vivienda. Tres horas después su hijo se lanzó a la vía compartiendo la misma suerte.