os escribo
en relación al artículo sobre abusos pederastas en Maristas del pasado sábado
en el que dejáis este buzón para otras denuncias.
Yo estudié
en el colegio Agustinos (Santo Tomás de Villanueva) de Valencia. En cuarto de
EGB, en 19XX, tuve como tutor a Fray Balbino Iglesias, un sacerdote leonés que
según decían había sido trasladado a Valencia por "problemas" en
otros colegios.
Fray Balbino
tenía con frecuencia una actitud excesivamente cariñosa con algunos compañeros
(éramos todos chicos), a los que abrazaba, besuqueaba e, incluso, les metía la
mano por debajo de la camiseta. A mí, personalmente, nunca me manoseó. Hace XX
años de esto y mis recuerdos son muy difusos, no sabría ni siquiera decir de
qué compañeros se trataba.
No obstante,
si queréis tirar de este hilo, en este foro algunos exalumnos trataron de
organizarse para denunciar: http://fraybalbino.blogspot.com/2010/04/p-e-d-e-r-s-t-i.html
Por otra
parte, me consta que Fray Balbino ya ha fallecido,
Gracias,
Un saludo”
Este fue el correo electrónico que envié en junio del año pasado a El País. Posteriormente se pusieron en contacto conmigo, pero yo ya no podía aportar nada más. No fui víctima en primera persona, ni conocí a nadie directamente que lo fuera. Mis recuerdos eran muy vagos dado que solo tenía 10 años cuando ocurrió. La misma edad, por cierto, que mi hijo ahora, lo que también me empujó a mandar el mail.
La condición de pederasta del profesor era vox populi en todo el colegio. Lo sabíamos todos. Y cuando digo todos, es todos, desde los niños hasta el profesorado. Sin embargo, como en cualquier organización mafiosa -y la Iglesia es la más veterana de todas- se cumplía la omertá a rajatabla.
Meses después El País publicó
varios artículos con los que se destapó el escándalo:
A los que siguieron otros tantos de
El Levante (Valencia):
"Fray
Balbino nos decía que tenía caramelos en la sotana para que le metiéramos
mano" - Levante-EMV
"Me
cogió entre sus piernas y me bajó los pantalones en clase" - Levante-EMV
Incluso hubo reseñas en los
informativos de À Punt:
Denuncien
abusos al col·legi dels Agustins de València als anys 60 i 70 - À Punt
(apuntmedia.es)
Obviamente estos artículos corrieron
como la pólvora en los grupos de Whatsapp de exalumnos. Número de sorpresas:
cero. Recuerdo la respuesta de mi hermano, que también fue alumno, cuando le
envié el link de la primera noticia: “si solo fuera uno”. Cuánta razón. Tras
Fray Balbino salieron a la luz varios casos más en el mismo centro.
Poco después, con la noticia candente,
me encontré con un amigo y compañero del colegio por el barrio. Como es obligatorio
en estas situaciones, nos sentamos a tomarnos unas cervezas en una terraza.
Casualmente, pasaron sus padres, y se sumaron al encuentro. Como no podía ser
de otra forma, salió el tema. Yo por desgracia no puedo ya preguntarle a mi
padre, y mi madre dice no recordar nada, así que aproveché la oportunidad con
los padres de mi amigo. “¿Por qué no hicisteis nada?”. “No lo sabíamos”, me
respondieron. Me quedé atónito. ¿Cómo es posible que no lo supieran? ¿Tan bien
funcionaba la ley del silencio? ¿No había ni una sola grieta por donde escapara
una verdad tan escandalosa? Por lo visto así fue, por increíble que me siga
pareciendo. Un férreo entramado de encubrimientos protegió a este malnacido, y
a otros muchos, de rendir cuentas a su debido tiempo. Ojalá exista un infierno
para esta gentuza. Ese con el que tanto nos asustaban cuando éramos solo unos
niños.
Y, pese a todo, creo que lo que más me indigna es la falsa pose de sorpresa por parte de la dirección del colegio, al más puro estilo capitán Renault en Casablanca (“¡aquí se juega!”). Sacerdotes agustinos: sois culpables, por acción y por omisión. Nos tenéis vida suficiente para rezar por vuestros pecados. Ni dios que os los perdone.